Somos tremendamente propensos a quejarnos por todo. Con frecuencia pensamos que nunca tenemos suerte en nada, tenemos lo necesario... una familia, unos amigos, un trabajo, una casa... pero otros tienen mucho más que nosotros. No se trata sólo de envidia, es que sencillamente nosotros somos demasiado "normales" y nos gustaría ser especiales, espectaculares.
Siempre le echamos la culpa a la vida injusta que siempre ofrece a otros lo que a nosotros se nos niega. Otros tienen suerte, otros tienen oportunidades, mientras que nosotros sólo tenemos sueños (la mayoría de las veces inalcanzables).
Pero... ¿estás seguro de que esto es así?
En realidad la vida no es ni buena ni mala, siempre nos ofrece a todos lo mismo: salud, dinero, amor, trabajo... Lo que ocurre es que la vida nunca pregunta si es el momento apropiado y, muchas veces no todas las cosas que queremos vienen en el mismo paquete, pero tarde o temprano se presentarán las oportunidades de obtener aquello que siempre soñamos. Obviamente hay que saberlo reconocer.
Es muy importante ser conscientes del abanico de posibilidades que tenemos a nuestra disposición y de nuestra capacidad de intervenir para conseguir lo que tanto ansiamos. Tú eres el único que tiene el poder de actuar, de decidir o no, de vacilar o de lanzarse al vacío.
Así que de eso se trata, de dejar de quejarnos y empezar a actuar. Arriesgarlo todo. Abrir bien los ojos, ser conscientes de todos los medios que tenemos al alcance para conseguir lo que queremos y, por supuesto, arriesgarse.
La vida no va tocar a nuestra puerta para entregarnos en un paquete de regalo lo que queremos... simplemente nos abrirá los caminos oportunos para que podamos luchar por ello.
Quizá deberíamos ir pensando en comprar un GPS para que nos indique cómo encontrar todos esos caminos... o arriesgarnos a buscarlos por nosotros mismos con nuestro esfuerzo personal.