Hace poco alguien me decía:
"No quiero cambiar porque no sé cómo hacerlo. Ya estoy acostumbrado a mí mismo. Tengo miedo de que las cosas nuevas sean una gran decepción, y por eso sólo prefiero seguir soñando".
Soñar está bien, está muy bien, pero los sueños deben servirnos para aspirar a más, para alcanzar nuestros proyectos, para intentar ser mejores... Nunca los sueños han de servirnos para anclarnos en la fantasía de lo que nunca podremos lograr.
Con demasiada frecuencia nos acostumbramos a todo, incluso nos acostumbramos a restarle importancia a todo lo que no nos gusta de nosotros mismos y que, sin duda, desearíamos cambiar, pero no nos atrevemos.
Todo lo nuevo que aparece en nuestra vida no tiene por qué ser mejor y, evidentemente, nos puede decepcionar, pero tampoco es sano quedarnos estancados, sin posibilidad de avanzar por el simple hecho de que ahí, en el estancamiento, nos sentimos cómodos y seguros.


No hay comentarios:
Publicar un comentario
*** GRACIAS POR TU COMENTARIO QUE SIEMPRE SERÁ BIENVENIDO ***