En la vida es necesario, yo diría imprescindible, encontrar momentos para CELEBRAR.
Para celebrar no es necesario depender de las circunstancias externas, es decir esperar que llegue el momento preciso e idóneo... unas vacaciones especiales, una ocasión propicia, un bonito día de primavera...
La verdadera celebración surge del gozo que se experimenta profundamente en el interior, primero, y después brota hacia afuera en forma de canciones, danza y risas desbordantes, y sí, incluso lágrimas de alegría o de gratitud.
No debemos dejar pasar de largo cualquier oportunidad para disfrutar de la vida y, por supuesto, contagiar a los demás de la alegría de la vida. A veces, no es cuestión de fijar una fecha exacta en el calendario para festejar, sólo es cuestión de soltarse el pelo, quitarse los zapatos y simplemente empezar a chapotear en los charcos... porque la fiesta puede suceder a tu alrededor a cada momento.
No hagas planes para disfrutar mañana cuando todo vaya mejor o cuando no existan conflictos en tu vida, empieza a disfrutar hoy. No des vueltas pensando qué podría pasar mañana porque seguramente no será tan grave como imaginas, y empieza a celebrar este momento, celebrar lo que eres, celebrar todo lo que la vida te ha regalado y te regala cada día.
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