Me gusta observar a la gente... cuando voy caminando, cuando voy en el metro o en el tren. Tras cada rostro veo una historia, el relato de una vida de la que desconozco todos los detalles.
Tras los ojos de cada persona hay una historia pasada, presente y futura.
Este es un ejercicio algo tonto, pero de alguna manera alimenta mi mente porque me recuerda que todos, absolutamente todos, tenemos una historia detrás. Un amigo, un desconocido, un mendigo de la calle, la cajera del supermercado, aquel chico con el que crucé por un instante la mirada en el autobús... Todos tienen una historia detrás de alegrías y de tristezas que habrán llenado su existencia. Todas esas piezas han construido el puzzle de lo que son.
La vida es una especie de puzzle infinito formado por pequeños puzzles humanos. Cada uno con nuestra propia historia, con nuestras propias vivencias personales, nuestros propios recuerdos.
Cada rostro guarda las cicatrices de la vida, todos los momentos que nos han sido regalados. Lo que nos hizo reír, lo que nos hizo llorar...
Por eso hoy observo más lo que me dicen las miradas, miradas que dejan entrever historias... historias todas ellas valiosas porque nos transformaron en lo que hoy somos, porque todos somos protagonistas de nuestra propia historia, porque todos somos constructores de nosotros mismos y nuestro rostro es el espejo real que mostramos al mundo.
Hoy puedes hacer el ejercicio de mostrar el lado más brillante de ese espejo, verás como encuentras otros rostros que también te sonríen y te muestran su mejor cara.
Olga, me gusta mucho lo que escribes, pero mucho más como eres,eres una persona estupenda que alegras la vida a los demás, te mando un " besazo "
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