En la vida, con demasiada frecuencia, nos cuesta encontrar el camino que buscamos. A veces parece que todo se pone en nuestra contra, bien para despistarnos por otros derroteros, bien para alejarnos de lo que es verdaderamente importante. Son tantas las opciones que se nos presentan para poder elegir que al final no sabemos realmente por donde ir para llegar al destino que deseamos.
Como son tantas las distracciones que se nos van presentando, solemos enredarnos en el trayecto, nos liamos con la vida, con las cosas... y perdemos la orientación, la meta a la que queríamos llegar.
Para evitar perdernos en el camino elegido, lo mejor es servirnos de brújulas... puede ser la brújula de la familia, la de los amigos, la de la fe, la del compromiso, la de la honestidad, la del trabajo bien hecho...
De lo que al fin se trata es de que no perdamos nuestro propio norte. Y eso sí, hay que tener en cuenta que aunque la vida con sus idas y venidas pueda enredarnos y llegar a confundir nuestras metas más nobles, nunca hemos de perder la ilusión de alcanzarlas, y sobre todo tener siempre presente que lo importante no es el camino por donde avanzamos, sino el simple hecho de caminar.
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